Como ha ocurrido con otras marcas, cuando Rolls-Royce se decidió a dar el salto y lanzar su primer SUV, este se convirtió rápidamente en el modelo más vendido de la compañía. A pesar de su éxito comercial, el tiempo no pasa en balde para nadie, así que la firma británica ha decidido actualizar el Rolls-Royce Cullinan.
En esta ocasión el lavado de cara es literal, puesto que es donde se centran la mayoría de las modificaciones. La zona de la parrilla es la que se mantiene más inalterada, aunque ésta también recibe ligeros retoques, pero el resto tiene cambios importantes que saltan a la vista.
Los grupos ópticos renuevan su formato, siendo más estrechos que antes, luciendo una firma lumínica en forma de rectángulos y añadiendo un apéndice en forma de L invertida que hace las veces de luz diurna. También hay novedades en el paragolpes, que deja atrás las formas rectas para mostrar un diseño más anguloso, que le otorga un mayor dinamismo, unas entradas de aire de mayor tamaño y una protección inferior de aluminio que reduce su importancia.
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El resto de mantiene prácticamente como en el modelo original, destacando el hecho de que las llantas ahora son todavía más grandes y alcanzan las 23 pulgadas.
Mención especial merece la versión Black Badge, con la que Rolls-Royce saca el lado deportivo del modelo. Recibe todas las novedades del modelo estándar, pero tiene rasgos específicos, como es el diseño de las llantas o prescindir de elementos cromados exteriores para apostar por el color negro en su lugar.
El habitáculo hace gala del habitual lujo y materiales de alta calidad propios de la marca. Estrena un nuevo salpicadero completamente digital que une el cuadro de instrumentos y la pantalla central, al estilo del Rolls-Royce Spectre.
Además, en el interior sigue estando disponible la opción de emplear una configuración de siete plazas.
Otro aspecto que se mantiene intacto es el mecánico. Aunque la marca planea ser puramente eléctrica para 2030, todavía no ha llegado el momento de dar el salto a las cero emisiones para el Cullinan, que sigue disponible únicamente con un motor gasolina 6.75 V12. En la versión estándar desarrolla una potencia de 570 CV, pero en la deportiva Black Badge sube hasta los 600 CV.
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Mario Herráez
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